Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción

Iglesia Parroquial de Nuestra Señora
de la Asunción

La edificación que constituye el origen de todo asentamiento urbano, que identifica las diferentes poblaciones y que es expresión de los más profundos sentimientos del hombre es, sin duda, la iglesia. Las construcciones religiosas que agrupan a los fieles en torno a un guía espiritual no son más que la representación de la comunidad, de la sociedad que los genera, agrupada en una población y, por tanto, origen de la forma urbana.

​Si bien no tiene que ser la iglesia el primer edificio que se construya al crearse un asentamiento –aunque así sucede a menudo-, sin duda es uno de los primeros que dan constancia a dicha agrupación de personas de su condición de comunidad, de población organizada, en definitiva, de ciudad.

​La iglesia, como el resto de los edificios religiosos y los espacios urbanos asociados, constituye uno de los focos principales de desarrollo de la trama urbana; no sólo motiva a su entorno la actividad edilicia, fomentando la construcción, sino que además el viario se estructura a partir de estos puntos de atracción de pobladores.

​​El pequeño colectivo rural origen de Valdemoro probablemente construyó una primitiva iglesia en el lugar donde se sitúa la actual, posición topográfica dominante y cercana a la calle principal, uno de los caminos primitivos entre Madrid y Toledo, posterior carretera de Aranjuez y Andalucía. Esta ubicación la convierte, incluso hoy en día, en referente paisajístico desde el sur del municipio.

​Su incómodo acceso -debido a dicha posición elevada y excéntrica del posterior desarrollo del casco, hacia el Este y Norte- hizo generar en ubicaciones más favorables, otros establecimientos religiosos que le restaron numerosa feligresía, por lo que la parroquial luchó para impedir las misas públicas en otros templos. Cuatro principales se crearon hasta el siglo XIX -aunque luego hubo varios más-: la ermita del Santísimo Cristo de la Salud, en el mismo camino real, la capilla del hospital de San Andrés y el convento carmelita, ambos en la calle Grande, hoy Estrella de Elola, y el convento de Santa Clara.

​​​La disposición perimetral de estos cuatro edificios en el entramado urbano de Valdemoro respondía a una necesidad de espacio físico en el caso de los cenobios y, en todos, un alejamiento efectivo de la influencia física de la parroquial. Junto a ésta, todos ellos forman una corona de organización más o menos regular, con distancias similares, alrededor de la plaza Mayor, auténtico centro urbano de Valdemoro.

​La ermita –antiguo humilladero- no suponía una amenaza para la iglesia, dada su lejanía del casco y diferente función; su localización en las puertas de la ciudad le proporcionaba la imagen a Valdemoro desde su acceso septentrional. Las capillas de los hospitales de San Andrés y de la Concepción tuvieron su relevancia, pero dejaron los servicios religiosos por las acciones judiciales de la parroquial. Más importancia tuvieron ambos conventos, uno de ellos, el de las clarisas, todavía conservado; el del Carmen se construyó próximo a uno de los espacios libres más importantes de la villa, donde se ubicaba la fuente de la población, que generó una amena arboleda en el remate de la calle Grande, origen de la actual plaza de la Piña; las Clarisas, en el extremo opuesto de la ermita del Cristo de la Salud, en la salida del camino real hacia el Sur, en una ubicación más consolidada que la anterior en el mismo borde del casco urbano, por lo que constituye el segundo hito paisajístico tras la iglesia en la cornisa meridional de Valdemoro.

El trazado de Valdemoro se ordena a partir de un cruce de caminos –uno a Toledo en dirección Norte-Sur y dos transversales entre Móstoles y Chinchón y entre Toledo y Alcalá de Henares por Titulcia- que se superponen sobre la calle Real y crean tres pequeños espacios urbanos, probablemente los principales de la población en sus orígenes: las plazas de Autos, Esparto y Cánovas del Castillo. Esta organización se puntualiza mediante los edificios religiosos y la conexión entre ellos genera una vía perimetral que pudo ser el origen del trazado de la cerca, además de completar el entramado urbano: así, en el primer camino, el septentrional, se accede a Valdemoro por la ermita del Cristo de la Salud; en el segundo, el convento de las clarisas constituye la salida hacia Chinchón y, en el tercer recorrido, el de los carmelitas se ubica en el camino hacia Titulcia; la iglesia parroquial, verdadero hito del conjunto urbano, sirve de referencia como elemento singular para el acceso desde Toledo. Las calles que conectan estos edificios religiosos forman parte del viario principal de la villa y, además, organizan en parte un paseo de ronda: así, la calle Eloy López de Lerena une la parroquial con las clarisas en el borde meridional; Alarcón, antigua Mediodía, y Carmen, entre las clarisas y los carmelitas, en el sudoriental; la calle Grande y San Nicolás entre este convento último y el Cristo de la Salud, al nordeste del casco y, por último, entre esta ermita y la parroquial, el antiguo camino real, calle Infantas y plaza de Nuestra Señora del Rosario, que cerrarían Valdemoro por la parte occidental.

Fuente turismo.valdemoro.es