Querida familia parroquial nos acercamos a la celebración de Jesucristo Rey del Universo y con ello al final del año litúrgico. Qué bien nos viene recordar y celebrar que sólo Él el Señor de la historia, de la vida y de la muerte y que sólo a Él rendiremos cuentas de nuestra vida. Me gusta decir que todo lo bueno y sólo lo bueno procede de Él y nos lo entrega para hacerlo fructificar.. Creo que en este momento de confusión y desconcierto en nuestra Nación donde parece que triunfa la mentira, el afán de poder y dominio sobre los demás tenemos los cristianos que vivir con una mayor autenticidad y un mayor compromiso en nuestra vocación a la santidad. La mejor forma de defendernos ante la manifestación tan descarada del mal es la radicalidad evangélica. Vivir el Evangelio con toda su fuerza y exigencia pidiendo a Dios la gracia de resistir al mal a base de practicar el bien con obras de misericordia y decidida opción de rechazar el pecado de nuestras vidas. No busquemos la salvación en nada más que en Jesucristo, vivamos cada día como el mejor que tenemos, lo mismo que el tiempo que Dios nos da, cuanta más dificultad, más posibilidad de crecer en la virtud y la santidad y así poder devolver a Dios aunque sea un poquito de tanto bien que nos ha hecho. Acoge sus dones pero no los guardes o escondas egoístamente para ti, da gracias a Dios empleándolos para hacer todo el bien posible, recordando el deseo de Dios de salvar a todos y hacerles llegar al conocimiento de Él. Hermanos no tengamos miedo, Jesucristo es el Hijo de Dios salvador, temamos sólo instalarnos en la mediocridad o dejarnos paralizar por el temor, el Señor siempre lo repite “no tengáis miedo, Yo he vencido al mundo”, que unidos al Señor obtengamos nosotros también la victoria sobre nuestros enemigos. Sólo el amor de Dios vence al mundo, vivamos para Él. Recibid la bendición.
P. Jesús Torrecuadrada